domingo, 14 de abril de 2013

Palabras más, palabras menos... tercero de tres


La Historia

Siempre hay alguien, siempre. Una vida entera nos pasa por encima cuando buscamos y buscamos, aún cuando muchos dicen que sólo encontramos cuando dejamos de buscar.

El parque oscuro y frío, la noche húmeda que sólo invita a morirse de tristeza, no pueden ser para nada un fondo de rosas para un amor predestinado, como esos que se fabrican en las películas gringas y que nos venden en latas de hora y media de “esperanza”. Sin embargo, ahí se encuentran sus miradas, sus almas solitarias, sus vidas rotas, sus ganas de fumar.

No hay palabras, no hacen falta.

El alba los sorprende aún abrazados, devorándose como si esa fuese su última vez, saboreándose como si se estuviesen diluyendo en su sudor, amándose con ese odio profundo que sólo se siente por uno mismo… cogiendo como animales, copulando a muerte, esa muerte que irremediablemente los castiga con vida.

Palabras más, palabras menos... segundo de tres


El Papel

“Este hideputa colorete sí me salió malo”. Piensa mientras trata de acomodar la roída punta del labial para pintarse una seductora e invitadora sonrisa. Hace tiempo que debe dibujarse el rostro, pues los años, aunque no eran muchos, le trajeron tantas líneas perdidas, que poco a poco, esa niña que fue aventada a la selva de cemento, se convirtió en esa mujer anónima, invisible, tan escondida entre miradas esquivas, aromas infinitos, labios itinerantes y voces lejanas, que cuando intentó una mañana encontrarse nuevamente, sólo una imagen borrosa, como un sueño, logró ver reflejada en el espejo.

El vestido negro se amolda a su cuerpo perfecto. Sus largas y contorneadas piernas enfundadas en las botas de cuero a la rodilla, completan el ajuar. Un corto pero grueso abrigo intenta prepararla para la cortante brisa que la espera en el pórtico del derruido edificio donde habita. Su cabello azabache liso y hasta la cintura, enmarcan el bello cuadro que resultó esta noche. La lágrima que lucha por salir desde que tiene uso de razón, es contenida una vez más entre sus ojos, entre lo que le queda de alma. Descubre para su pesar que no le duele ser puta... le duele es estar tan sola.

El sonido de sus tacones metálicos acompasa su voluptuoso andar. Su mente en blanco intenta encontrar una canción para hilar mientras espera. Le dan unas ganas inmensas de fumar. De pronto en el parque encuentre al anciano de los cigarrillos, que una mirada a las tetas le suelta un paquete de Lucky Strike.  Apresura un poco el paso.

El parque está solo o aún es muy temprano. Pero ahí está el viejo. Una mirada al sur, otra al norte... no hay carros, se puede cruzar. Mirada al frente. Él está allí.

sábado, 13 de abril de 2013

Palabras más, palabras menos... primero de tres


La Pluma

La página en blanco frente a sus ojos ya empezaba a tomar unas proporciones demasiado abrumadoras, la decimoséptima taza de café negro cerrero estaba sabiendo a mierda y la nube de nicotina en el ambiente lo tenía al borde de un colapso lacrimal.

Su mente bloqueada desde hacía más de tres semanas lo había hecho presa de un ataque constante de ansiedad, nervios y sobre todo, de un pésimo humor, reflejado en sus respuestas sarcásticas a todo aquel que osase preguntarle siquiera cómo había amanecido.

Sin embargo, contrario a todos los pronósticos, una leve sonrisa se asoma a su rostro demacrado por el insomnio y cubierto de una espesa barba.  Recordaba aquello que una vez le escuchó a un primo suyo, cuando hablaban de lo que era mejor para la inspiración de un escritor. Él decía que el hambre era la musa más eficaz para sacar material de verdadera buena calidad, y ahí estaba, la página en blanco sobre su mesa era el fruto de casi un mes a base de pan viejo y sopa fría enlatada.

Con la raìda chaqueta en su brazo sale a caminar un rato, a lo mejor algo le llega.

Afuera hace un frío tétrico, las luces mortecinas del precario alumbrado público de la zona apenas permite caminar sin estrellarse contra un poste o caer en una alcantarilla sin tapa. Pasea con la mirada muerta que lo ha caracterizado casi desde que nació, pues podría decirse que cuando la partera le nalgueó para sacarle el primer sollozo, él simplemente abrió los ojos y los volvió a cerrar, pero dejó plenamente convencida a la vieja mujer, de que estaba vivo, respiraba, pero su alma tal vez nunca había llegado con ese cuerpo.

Sus pasos se detienen en el parque, junto a una banca de cemento que lleva impresa en su espaldar, un agradecimiento del pueblo al alcalde de turno por tan magna y beneficiosa obra en pro de la comunidad. Nuevamente la sonrisa, pero impregnada de tanta tristeza y amargura, que se desvanece en la oscura maraña que rodea sus labios, tan rápido como apareció.

Un cigarrillo ilumina fugazmente su rostro. Ella está enfrente.

domingo, 27 de enero de 2013

Parque

Aspiré profundamente el frío aire de la noche, mientras activaba la función de cronómetro en mi reloj de pulsera... un poco de estiramiento previo, un ajuste a los cordones de las zapatillas y listo, una nueva rutina de ejercicio: cuarenta minutos de trote suave más otros veinte de intenso.

La doctora Briceño me había recetado esta terapia para controlar la ansiedad, pues dijo que no había nada mejor que el ejercicio cardiovascular para mantener el cuerpo y la mente a salvo. Le creí y puse todo mi empeño y energía en comprobarlo.

Estaba por tanto en el parque central, haciendo veinte circuitos, concentrado con mi música en los oídos, cerrando mi mente a lo que estuviese a mi alrededor... recordando la frase que leí en esos días: "...los audífonos son los párpados de los oídos..."

Sin embargo, hay ansiedades... apetitos, que ni la desintoxicación más radical puede desvanecer... o ciertos demonios que ni el calabozo más profundo puede retener...

El tiempo casi se detuvo por unos segundos mientras ella aparecía en mi campo de visión, se aproximaba y pasaba a mi lado hasta desaparecer por el rabillo de mi ojo izquierdo, dejando un aroma a vainilla que erizó todos y cada uno de mis nervios...

Lenta y devastadoramente, la bestia fue despertando, rasgando, destrozando todo el acolchado que desde hace treinta y dos meses la doctora Briceño fue construyendo en el diván.

Le subí entonces al máximo, para romperme los tímpanos y las piernas, tanto a Slither de Velvet Revolver, como a la velocidad de mi ejercicio... corrí hasta que me ardieron los músculos y mi cabeza estuvo a punto de estallar... la ansiedad también...

Fue en ese momento cuando lo ví... alto, joven, atlético; en una rutina similar a la mía; lo ví cruzarse con ella también, casi que sin percibirse mutuamente, concentrados en su rutina y sus reproductores de música.

No pude más... desaté al monstruo y me dejé llevar por la fantasía.

La doctora Briceño se desvaneció como quizás esperaba ella que sucediera con el monstruo...

Las siguientes dos semanas fueron sencillamente eufóricas, casi orgásmicas, mientras planeaba, preparaba, entrenaba... ideaba escenarios, rutas de escape, herramientas, insumos, lugar de trabajo... muchas cosas y poco tiempo para hacerlo... ¡maldita psicoterapia!... aunque pensándolo bien, había sido gracias a eso que los encontré... imaginaba cómo presentarlos, cómo ser ese cupido que sutilmente los lleve por un sendero de miel hacia mi telaraña... me mordía los labios hasta hacerlos sangrar de la excitación ante esas imágenes... hasta que llegó el día D.

Ya me había hecho amigo de cada uno por separado, compartiendo un refresco, unos minutos de calentamiento, una que otra charla frívola... tomando la confianza suficiente para converger en un desayuno amistoso de jueves santo que ofrecía a mis nuevos amigos, con la inocencia pícara de una celestina que ya ha confirmado el gusto mutuo entre esos jóvenes...

Así que ese día, en uno de los cajones de la cocina, mientras los había dejado solos bebiendo un estimulante jugo de naranja recién exprimido, preparé los pañuelos con cloroformo... cerré los ojos para imaginar una vez más la bodega en las afueras de la ciudad, la mesa pulcramente forrada en plástico, los rollos de vinypel, los cuchillos afilados y las pinzas, que esperaban mi arribo con las dos presas frescas... me sentí aspirando la sangre caliente y burbujeante... extasiado.

Tanto, que no noté la mano que suavemente tapaba mi rostro con un grueso paño de algodón .. solo alcancé a identificar el fuerte olor característico del químico...

Es todo lo que he podido repasar en estas dos horas que han pasado desde que desperté totalmente inmovilizado, en esta fría loza de mármol, con una luz de quirófano abarcando con su blanca e intensa luz todo mi cuerpo desnudo y cubierto en vinypel... al fondo, una y otra vez Axel Rose interpreta "Since I don´t have You"... maldije nuevamente a mi psiquiatra por haber debilitado mis instintos y reflejos con su puta rehabilitación...

Resignado, sintiendo el bisturí perforar mi piel, logro divisar el brillo de placer y apetito saciándose en unos ojos verdes... por un breve instante reconozco su mirada analítica y la recuerdo observándome mientras relataba mis fantasías en el diván.

Alcanzo a girar un poco la cabeza y puedo ver claramente a los tres en sus trajes de plástico; tras ellos, un conjunto de elementos similar al que tenía preparado en la bodega.

Pretendiendo cazar como pantera... olvidé que hay otros como yo... con la misma necesidad, solo que ellos, como las hienas, cazan en manada...

K-Li-K
2013

sábado, 19 de enero de 2013

R.I.P.

Lentamente, las gotas comienzan a desprenderse de la nubes oscuras que cubrían el cementerio. No intenta guarecerse o cubrirse, mientras su ropa se empapa y sus botas se van cubriendo del barro salpicado, junto a la tumba recién excavada.

Los dedos de su mano derecha entre el bolsillo del pantalón, acarician la gastada moneda de quinientos pesos que brilla gracias al roce permanente de la piel desde hace ya un par de años, cuando aquel pequeño círculo de metal fue lo único que le quedó después de una década de servicio a la patria, mientras una esposa joven se entretenía con el vecino en la casa... en fin, historia pasada, lección aprendida.

El sepulturero lo sigue observando con esa mirada que se cultiva con la cuenta perdida de tantos sepelios, que el miedo a la muerte se disipa entre el tedio de la espera a que se larguen ligero los deudos.

El coche fúnebre asoma entre la recia lluvia que se convierte en la única compañía de quien espera con la moneda girando entre los dedos. Cuatro fornidos hombres vestidos de negro llevan el féretro hasta la tumba que empieza a inundarse paulatinamente.

Una vez ubicado sobre las cintas que pronto lo bajarán dos metros, el cajón de fino roble es abierto por uno de quienes lo cargaron.

Fuertemente atados y amordazados, en posición de abrazo, uno frente al otro, miran con ojos aún más aterrados a su verdugo final, quien arroja la moneda entre ellos y se despide en silencio con una sonrisa triste. Se cierra el cajón sobre los gritos ahogados en la desesperación y las mordazas.

El sepulturero da las últimas paladas mientras el hombre de la moneda se aleja y se pierde en la tormenta, que ya está en su clímax, pensando que la venganza no es dulce, más bien tiene un ligero sabor a emulsión de scott.

De niño, era su sabor favorito.

K-Li-K
2013

sábado, 12 de enero de 2013

Café

Eso fue como cuando ella se da cuenta que no le gusta esperar y por eso es que decide no esperar nunca nada de nadie... pero sobre todo se da cuenta que es demasiado tarde y está sentada en una barra, tomando un café bien cargado, sin azúcar (como debe ser)... sin un buen libro que le acompañe a pasar el agridulce momento de una cita que jamás lo fue...

Desde el otro extremo la sigo observando, luego de un rato, me descubro saboreando ese diminuto espacio de soledad en medio de tanta gente, en un recinto tan personalizado, que es total y abrumadoramente anónimo (como probablemente debe ser)... imaginando los múltiples escenarios de un encuentro imaginario.

Entonces doy la señal acordada. Con el mesero le hago llegar un martini... ella mira alrededor siguiendo en la penumbra la indicación del mensajero.

Por un instante me olvido de todo y me sumerjo en la música del lugar, cierro los ojos y espero.

Tan absorto estoy en mis cavilaciones y fantasías, que realmente me toma de sorpresa su llegada... su voz como uñas sobre pizarra pronunciando mi nombre.

Percibo una duda, la incertidumbre de si soy yo a quien busca, como si la afirmación de parte mía rompiera la ilusión... la esperanza que fuese mejor parecido o más alto, aquel con quien a ciegas ella se citara desde la noche anterior. Buen punto para romper el hielo con la típica frase de "...entiendo que quieras irte..."

Nada mejor para arrancar una sonrisa, que la tranquilidad de mi calmada apariencia... lo inofensivo que puedo parecer...

Luego, todo simplemente fluye.

Sin embargo, ya me está aburriendo esta rutina... y mientras termino de limpiar mis cuchillos y cargo en el maletero las bolsas de polipropileno, pienso en un cambio de "look"... no sé, algo gótico quizás, un poco más agresivo... tal vez un cambio del perfil de mis nuevas víctimas le inyecte algo de emoción a mi vida.

Quién pensaría que un psicópata necesitaría reingeniería...

Recojo del piso la mano que se salió de la bolsa.

K-Li-K
2013

Libros... definitivamente algo que no se puede prestar...

Una vez un primo me contestó cuando le pedí prestado un libro, que él prefería prestarme la novia, porque sabía que ella regresaría solita sin importar cuánto la hubiese usado... pero que un libro o un disco, jamás saldrían de su habitación, porque tenía la plena certeza de que nunca volverían...

Me enojé en ese momento porque me dolió la falta de fé y confianza de mi primo acerca de mis buenas intenciones... pero el tiempo y cerca de una docena de amados libros perdidos... le dieron la razón.

Incluso una lección me dio un querido tío cuando armó la gran indignación porque me demoré varios meses en devolverle "El Loco", de Jalil Gibrán... es más, aún me lo recuerda, después de casi veinte años.

Sin embargo, como humano y latino que soy, es en este instante amargo ante la cada vez creciente sospecha del no retorno de "Vivir para contarla", el libro de Gabriel García Márquez, edición especial autografiada... que presté hoy hace ya dos años... que estoy verdaderamente convencido de la tesis de mi primo...

Y como me dijo mi tío en su carta de pésima caligrafía y ortografía: "...pasan los días y el loco no está conmigo..."

K-Li-K
2013