miércoles, 3 de marzo de 2010

Septimus

PRIMER AMOR

Sólo faltaban unas cuantas cuadras para llegar a su destino matutino, cuando una dulce voz (la más dulce del mundo), le hizo voltear la cabeza, casi desnucándose por la impresión.

- ¡Hola! – sus palabras derretíanse en sus oídos – ¿tarde como siempre?

- Nnnnno . . . ¡para nada! – medio contestó – es que yo camino así.

- Entonces te acompaño . . . yo también camino así.

Fueron las dos cuadras más largas de su vida. Con el cabello perfumado y ondulado de la niña más linda del colegio (la más linda del mundo), frente a él, y su figura que parecía que en cualquier momento iba a empezar a volar, como aquella Remedios La Bella que estaban leyendo en clase de literatura macondiana . . . lo tenían sencillamente hipnotizado. Una sensación como de mariposas en el estómago lo envolvía y le daba como miedo mirarla a los ojos . . .

- ¿Piensa entrar o qué? – lo trajo a la realidad el grito del tosco portero del colegio - ¿tras de tarde . . . rogado el señorito?

De mala gana entró al amplio pasillo que lo llevaría a su salón . . . a veinte puestos de ella . . . pero más cerca que ninguno, porque caminó a su lado en la mañana. Una amplia sonrisa adornó su rostro al entrar al aula, sin importarle la mirada asesina de su profesora de inglés.

El resto del día sólo pensó en ella. Ni se dio cuenta del paso de las horas, ni de las clases, ni de los tres recreos, ni siquiera de los golpes de los abusadores de siempre que le arrebataban el dinero de las onces, nada . . . sólo existían sus maravillosos ojos azules, su ondulado cabello y su andar casi angelical (el más angelical del mundo).

A la salida la vió de nuevo. Estaba al otro lado de la calle. ¡Dios mío! . . . lo miraba fija y sensualmente . . . con su mano lo llamaba. Como un zombi acudió a su encuentro . . . sintiose flotar como ella . . . sí, estaban hechos el uno para el otro.

¡Qué divino es el primer amor! . . . la sintió suya, sólo suya . . . caminaba hacia ella. Abrió los ansiosos brazos pletóricos de amor . . .

. . . bueno, eso les pareció a los de la morgue, cuando tomaban las fotos para el registro . . . del niño que con una inmensa sonrisa, extendía los brazos bajo la rueda doble del bus del colegio.

K-LI-K / NOVIEMBRE DE 1999