martes, 22 de octubre de 2013

Este es el cuento con el que participé en el 1° Concurso Internacional de microrrelatos Prisa Radio... ganó otro man

JETLAG

Habían atravesado la capa de nubes y un sol radiante bañaba todo el interior del avión. Alberto se entregó entonces a su libro, procurando concentrarse junto al creciente ronquido de su compañero de silla.

Años viajando alrededor del mundo, le enseñaron a aprovechar los trayectos para adaptarse a los diversos y bruscos cambios de huso horario. Sin embargo, jamás pudo con pasajeros molestos.

Sentía ser magneto para esos personajes.

Por eso utilizar un maní estratégicamente lanzado a la boca entreabierta que profería los guturales ronquidos, generando una muerte súbita atribuida a esos cambios, fue una técnica depurada con el tiempo.

sábado, 10 de agosto de 2013

KARMA

Observar por un instante la forma monstruosamente fálica de lo que acabas de "parir" luego de media hora de agónico estreñimiento ocasional... hace que te cuestiones seriamente sobre lo que le pides a tu esposa en la cama...

Casi nunca meditas acerca de las consecuencias de tus actos, ni siquiera cuando las estás sufriendo y pagando incluso con sangre. Solo te preguntas si te podrás salir con la tuya, ileso a punta de promesas que jamás (te) cumplirás.

Por esa razón es que casi siempre, un par de horas después de la reflexión inicial, estás susurrando al oído de tu esposa, aquella escatológica fantasía.

Quizás todo lo anterior explique por qué te encuentras a las dos de la mañana, en medio del parque más grande de la ciudad, cavando una tumba con un cuchillo de cocina. Tu propia tumba.

La adolescente de la falda escocesa y el hacha ensangrentada en sus manos con uñas pintadas de arco iris, apenas te mira sonriendo, recordándote que hacía solo ocho días ya te habías salvado de ella cuando alcanzaste a huir luego de haber asesinado a su novia, mientras ella escondía el cuerpo de una víctima.

Únicamente atinas a pensar, en esos escasos veinte segundos que le quedan al cerebro después de ser cercenada la cabeza, que la gente nunca aprende la lección.

En especial los psicópatas como tú.

jueves, 1 de agosto de 2013

Amarillo

Siempre sentí que su nombre era de flor, aunque escruté incansable e infructuosamente todos los libros de botánica y catálogos de floricultura que pude consultar... sin hallar respuesta a mi disyuntiva nominal.

"Es por las dalias mijo...", recuerdo que mi tía me decía, "...por eso le suena a flor", mientras seguía regando el pequeño jardín del patio trasero en la gran casa matriarcal.

Entonces recurrí al siempre fiel álbum de laminitas (unas que salían en chocolatinas), del que calqué en papel mantequilla y coloreé con crayón, la fotografía descrita como "...una hierba con raíces como fibras de donde brotan tallos con hojas ralas como de albahaca, aserradas, casi siempre en grupos de tres, en cuyos extremos denotan flores grandes contenidas en cálices escariosos, de centro rojo con manchas amarillas..."

De eso ya han pasado cuarenta y un años desde que me encontré con esa sonrisa de guasón, tan roja como una copa de dubonet y tan jugosa como una sandía... que siempre recuerdo así, a pesar que jamás llegué a probar o morder sus labios... también esos ojos altivos y a la vez tan tranquilos, tras unos lentes estilo Woody Allen... y ese cuerpo tan fresco, elástico, enfundado en un vestido estampado en margaritas... que quizás fue la razón de que asociara su nombre con una flor...

En un principio pensaba que me había enamorado, pero luego supe que simplemente la quise desde el primer instante, pero con un amor diferente, que nunca tuvo algo que ver con el romanticismo que la literatura, el cine, la pintura, la escultura, en fin, la sociedad en todas sus manifestaciones, nos vendía por doquier.

Era un amor cómplice... de esos que siempre están ahí, a pesar del tiempo y la distancia, que no se ilusiona ni espera finales felices, solo está disponible para consolar y refrescar en un abrazo, una palabra, una caricia, una sonrisa o la nalgada de un chiste flojo...

Por mi vida pasaron muchas mujeres, no lo niego ni me vanaglorio de eso, pero lo saco a colación porque gracias a ellas pude valorar el último amor de mujer que atracó en mi puerto, que me acompañó hasta el último de sus días y me amó hasta con el último de sus suspiros... siempre quise irme primero, pero por ese deseo, tuve que aprender a sobrellevar su partida y a comprender para mí, aquellos versos de Neruda que le dedicaba para prepararla, convencido que viajaría antes que ella. Pero rememorar esa etapa de mi existencia, hace parte de otra historia, otro cuento que contaré en otras alas de mariposa que recojo del camino.

Ahora estoy aquí, regando mi pequeño jardín de dalias, completamente solo, pero acompañado a cada instante por tantos recuerdos, que las personas que pasan por la calle, comentan entre sí acerca de las voces alegres y las largas tertulias, a través de toda la casa, como si esta fuese tan grande, tan transparente y tan llena, como aquel olvidado soneto que habla de la ausencia como una dulce compañía.

Y de entre esos recuerdos vivos, los atardeceres los comparto con su nombre de flor, bebiendo un par de tragos de vodka y recorriendo una y otra vez el mundo, en sus incontables viajes que me narró en cientos de cartas que duermen en el fondo de un baúl de arce y que no necesito leer, porque hace años que se quedaron grabadas entre sonrisa y sonrisa, mientras el suave rocío de la naciente noche, me trae de nuevo las palabras de mi tía en la gran casa matriarcal...

..."es por las dalias mijo, por eso le suena a flor"

Mientras cambia el semáforo...

Más que el viejo dicho de "...nadie es profeta en su tierra", siempre he creído que lo esencial para que la vida fluya donde quiera que uno esté, son las personas que le rodeen, que le acojan y le brinden cariño; eso y no el azar, han sido la clave para que sin importar si es una habitación al fondo de un pasillo interminable y oscuro, o quizás un lujoso palacio en la zona más exclusiva, o simplemente un apartamento modesto con comodidades básicas... pueda llamarse "hogar"...

martes, 30 de abril de 2013

Sol, solecito, caliéntame un poquito...

Allí estarán siempre las fotos, los cuentos, las canciones... los recuerdos adheridos a las paredes, transformándose en las esquinas, las baldosas, los cuadros, el costurero... la piscina, cada centímetro de esa casa que recorrimos todos desde que tuvimos razón, desde que estrenamos el corazón.

Una carcajada entre lágrimas de dolor, enmarcadas en una canción del abuelo o un chiste flojo del tío... un luto particular que llena de vida, una alegría por encima de los errores, que nos impulsa a ser mejores aunque a veces nos fallen las fuerzas y la voluntad, pero que nunca, jamás, nos abandona, pues de alguna forma se las arregla para seguir perenne...

...la distancia, el tiempo... las decisiones... que nos llevan por disímiles caminos, que duelen profundamente, nos aplastan, nos liquidan... pero que al final nos encuentran...

...nos sientan en una mesa, nos ponen boleros, nos sirven un ron, nos dan un abrazo y la oportunidad de decir sin palabras, cuánto nos amamos, cuánto nos perdonamos, cuánto nos extrañamos...

...una casa más grande que la de neruda y su ausencia... porque allí no cabe la tristeza ni la desesperanza... porque la jarra de limonada de panela está rebosante... porque no es que se escondan los temores, sino porque se sabe que la vida, por más que nos muestre su cara más triste, no nos podrá hacer llorar, porque desde que tenemos razón, desde que estrenamos el corazón, aprendimos que sufrir, es parte del vivir, es la ley natural que nos impone el nacer...

En esa casa siempre seremos niños, siempre estaremos sentados en las escaleras cantando villancicos, siempre jugaremos en el pequeño océano del patio, siempre sonreiremos, tomados de la mano, hilando historias, tejiendo sueños... cantando esa gran verdad que nos cuenta que el amor es el crisol donde se purifica el corazón.

domingo, 14 de abril de 2013

Palabras más, palabras menos... tercero de tres


La Historia

Siempre hay alguien, siempre. Una vida entera nos pasa por encima cuando buscamos y buscamos, aún cuando muchos dicen que sólo encontramos cuando dejamos de buscar.

El parque oscuro y frío, la noche húmeda que sólo invita a morirse de tristeza, no pueden ser para nada un fondo de rosas para un amor predestinado, como esos que se fabrican en las películas gringas y que nos venden en latas de hora y media de “esperanza”. Sin embargo, ahí se encuentran sus miradas, sus almas solitarias, sus vidas rotas, sus ganas de fumar.

No hay palabras, no hacen falta.

El alba los sorprende aún abrazados, devorándose como si esa fuese su última vez, saboreándose como si se estuviesen diluyendo en su sudor, amándose con ese odio profundo que sólo se siente por uno mismo… cogiendo como animales, copulando a muerte, esa muerte que irremediablemente los castiga con vida.

Palabras más, palabras menos... segundo de tres


El Papel

“Este hideputa colorete sí me salió malo”. Piensa mientras trata de acomodar la roída punta del labial para pintarse una seductora e invitadora sonrisa. Hace tiempo que debe dibujarse el rostro, pues los años, aunque no eran muchos, le trajeron tantas líneas perdidas, que poco a poco, esa niña que fue aventada a la selva de cemento, se convirtió en esa mujer anónima, invisible, tan escondida entre miradas esquivas, aromas infinitos, labios itinerantes y voces lejanas, que cuando intentó una mañana encontrarse nuevamente, sólo una imagen borrosa, como un sueño, logró ver reflejada en el espejo.

El vestido negro se amolda a su cuerpo perfecto. Sus largas y contorneadas piernas enfundadas en las botas de cuero a la rodilla, completan el ajuar. Un corto pero grueso abrigo intenta prepararla para la cortante brisa que la espera en el pórtico del derruido edificio donde habita. Su cabello azabache liso y hasta la cintura, enmarcan el bello cuadro que resultó esta noche. La lágrima que lucha por salir desde que tiene uso de razón, es contenida una vez más entre sus ojos, entre lo que le queda de alma. Descubre para su pesar que no le duele ser puta... le duele es estar tan sola.

El sonido de sus tacones metálicos acompasa su voluptuoso andar. Su mente en blanco intenta encontrar una canción para hilar mientras espera. Le dan unas ganas inmensas de fumar. De pronto en el parque encuentre al anciano de los cigarrillos, que una mirada a las tetas le suelta un paquete de Lucky Strike.  Apresura un poco el paso.

El parque está solo o aún es muy temprano. Pero ahí está el viejo. Una mirada al sur, otra al norte... no hay carros, se puede cruzar. Mirada al frente. Él está allí.

sábado, 13 de abril de 2013

Palabras más, palabras menos... primero de tres


La Pluma

La página en blanco frente a sus ojos ya empezaba a tomar unas proporciones demasiado abrumadoras, la decimoséptima taza de café negro cerrero estaba sabiendo a mierda y la nube de nicotina en el ambiente lo tenía al borde de un colapso lacrimal.

Su mente bloqueada desde hacía más de tres semanas lo había hecho presa de un ataque constante de ansiedad, nervios y sobre todo, de un pésimo humor, reflejado en sus respuestas sarcásticas a todo aquel que osase preguntarle siquiera cómo había amanecido.

Sin embargo, contrario a todos los pronósticos, una leve sonrisa se asoma a su rostro demacrado por el insomnio y cubierto de una espesa barba.  Recordaba aquello que una vez le escuchó a un primo suyo, cuando hablaban de lo que era mejor para la inspiración de un escritor. Él decía que el hambre era la musa más eficaz para sacar material de verdadera buena calidad, y ahí estaba, la página en blanco sobre su mesa era el fruto de casi un mes a base de pan viejo y sopa fría enlatada.

Con la raìda chaqueta en su brazo sale a caminar un rato, a lo mejor algo le llega.

Afuera hace un frío tétrico, las luces mortecinas del precario alumbrado público de la zona apenas permite caminar sin estrellarse contra un poste o caer en una alcantarilla sin tapa. Pasea con la mirada muerta que lo ha caracterizado casi desde que nació, pues podría decirse que cuando la partera le nalgueó para sacarle el primer sollozo, él simplemente abrió los ojos y los volvió a cerrar, pero dejó plenamente convencida a la vieja mujer, de que estaba vivo, respiraba, pero su alma tal vez nunca había llegado con ese cuerpo.

Sus pasos se detienen en el parque, junto a una banca de cemento que lleva impresa en su espaldar, un agradecimiento del pueblo al alcalde de turno por tan magna y beneficiosa obra en pro de la comunidad. Nuevamente la sonrisa, pero impregnada de tanta tristeza y amargura, que se desvanece en la oscura maraña que rodea sus labios, tan rápido como apareció.

Un cigarrillo ilumina fugazmente su rostro. Ella está enfrente.

domingo, 27 de enero de 2013

Parque

Aspiré profundamente el frío aire de la noche, mientras activaba la función de cronómetro en mi reloj de pulsera... un poco de estiramiento previo, un ajuste a los cordones de las zapatillas y listo, una nueva rutina de ejercicio: cuarenta minutos de trote suave más otros veinte de intenso.

La doctora Briceño me había recetado esta terapia para controlar la ansiedad, pues dijo que no había nada mejor que el ejercicio cardiovascular para mantener el cuerpo y la mente a salvo. Le creí y puse todo mi empeño y energía en comprobarlo.

Estaba por tanto en el parque central, haciendo veinte circuitos, concentrado con mi música en los oídos, cerrando mi mente a lo que estuviese a mi alrededor... recordando la frase que leí en esos días: "...los audífonos son los párpados de los oídos..."

Sin embargo, hay ansiedades... apetitos, que ni la desintoxicación más radical puede desvanecer... o ciertos demonios que ni el calabozo más profundo puede retener...

El tiempo casi se detuvo por unos segundos mientras ella aparecía en mi campo de visión, se aproximaba y pasaba a mi lado hasta desaparecer por el rabillo de mi ojo izquierdo, dejando un aroma a vainilla que erizó todos y cada uno de mis nervios...

Lenta y devastadoramente, la bestia fue despertando, rasgando, destrozando todo el acolchado que desde hace treinta y dos meses la doctora Briceño fue construyendo en el diván.

Le subí entonces al máximo, para romperme los tímpanos y las piernas, tanto a Slither de Velvet Revolver, como a la velocidad de mi ejercicio... corrí hasta que me ardieron los músculos y mi cabeza estuvo a punto de estallar... la ansiedad también...

Fue en ese momento cuando lo ví... alto, joven, atlético; en una rutina similar a la mía; lo ví cruzarse con ella también, casi que sin percibirse mutuamente, concentrados en su rutina y sus reproductores de música.

No pude más... desaté al monstruo y me dejé llevar por la fantasía.

La doctora Briceño se desvaneció como quizás esperaba ella que sucediera con el monstruo...

Las siguientes dos semanas fueron sencillamente eufóricas, casi orgásmicas, mientras planeaba, preparaba, entrenaba... ideaba escenarios, rutas de escape, herramientas, insumos, lugar de trabajo... muchas cosas y poco tiempo para hacerlo... ¡maldita psicoterapia!... aunque pensándolo bien, había sido gracias a eso que los encontré... imaginaba cómo presentarlos, cómo ser ese cupido que sutilmente los lleve por un sendero de miel hacia mi telaraña... me mordía los labios hasta hacerlos sangrar de la excitación ante esas imágenes... hasta que llegó el día D.

Ya me había hecho amigo de cada uno por separado, compartiendo un refresco, unos minutos de calentamiento, una que otra charla frívola... tomando la confianza suficiente para converger en un desayuno amistoso de jueves santo que ofrecía a mis nuevos amigos, con la inocencia pícara de una celestina que ya ha confirmado el gusto mutuo entre esos jóvenes...

Así que ese día, en uno de los cajones de la cocina, mientras los había dejado solos bebiendo un estimulante jugo de naranja recién exprimido, preparé los pañuelos con cloroformo... cerré los ojos para imaginar una vez más la bodega en las afueras de la ciudad, la mesa pulcramente forrada en plástico, los rollos de vinypel, los cuchillos afilados y las pinzas, que esperaban mi arribo con las dos presas frescas... me sentí aspirando la sangre caliente y burbujeante... extasiado.

Tanto, que no noté la mano que suavemente tapaba mi rostro con un grueso paño de algodón .. solo alcancé a identificar el fuerte olor característico del químico...

Es todo lo que he podido repasar en estas dos horas que han pasado desde que desperté totalmente inmovilizado, en esta fría loza de mármol, con una luz de quirófano abarcando con su blanca e intensa luz todo mi cuerpo desnudo y cubierto en vinypel... al fondo, una y otra vez Axel Rose interpreta "Since I don´t have You"... maldije nuevamente a mi psiquiatra por haber debilitado mis instintos y reflejos con su puta rehabilitación...

Resignado, sintiendo el bisturí perforar mi piel, logro divisar el brillo de placer y apetito saciándose en unos ojos verdes... por un breve instante reconozco su mirada analítica y la recuerdo observándome mientras relataba mis fantasías en el diván.

Alcanzo a girar un poco la cabeza y puedo ver claramente a los tres en sus trajes de plástico; tras ellos, un conjunto de elementos similar al que tenía preparado en la bodega.

Pretendiendo cazar como pantera... olvidé que hay otros como yo... con la misma necesidad, solo que ellos, como las hienas, cazan en manada...

K-Li-K
2013

sábado, 19 de enero de 2013

R.I.P.

Lentamente, las gotas comienzan a desprenderse de la nubes oscuras que cubrían el cementerio. No intenta guarecerse o cubrirse, mientras su ropa se empapa y sus botas se van cubriendo del barro salpicado, junto a la tumba recién excavada.

Los dedos de su mano derecha entre el bolsillo del pantalón, acarician la gastada moneda de quinientos pesos que brilla gracias al roce permanente de la piel desde hace ya un par de años, cuando aquel pequeño círculo de metal fue lo único que le quedó después de una década de servicio a la patria, mientras una esposa joven se entretenía con el vecino en la casa... en fin, historia pasada, lección aprendida.

El sepulturero lo sigue observando con esa mirada que se cultiva con la cuenta perdida de tantos sepelios, que el miedo a la muerte se disipa entre el tedio de la espera a que se larguen ligero los deudos.

El coche fúnebre asoma entre la recia lluvia que se convierte en la única compañía de quien espera con la moneda girando entre los dedos. Cuatro fornidos hombres vestidos de negro llevan el féretro hasta la tumba que empieza a inundarse paulatinamente.

Una vez ubicado sobre las cintas que pronto lo bajarán dos metros, el cajón de fino roble es abierto por uno de quienes lo cargaron.

Fuertemente atados y amordazados, en posición de abrazo, uno frente al otro, miran con ojos aún más aterrados a su verdugo final, quien arroja la moneda entre ellos y se despide en silencio con una sonrisa triste. Se cierra el cajón sobre los gritos ahogados en la desesperación y las mordazas.

El sepulturero da las últimas paladas mientras el hombre de la moneda se aleja y se pierde en la tormenta, que ya está en su clímax, pensando que la venganza no es dulce, más bien tiene un ligero sabor a emulsión de scott.

De niño, era su sabor favorito.

K-Li-K
2013

sábado, 12 de enero de 2013

Café

Eso fue como cuando ella se da cuenta que no le gusta esperar y por eso es que decide no esperar nunca nada de nadie... pero sobre todo se da cuenta que es demasiado tarde y está sentada en una barra, tomando un café bien cargado, sin azúcar (como debe ser)... sin un buen libro que le acompañe a pasar el agridulce momento de una cita que jamás lo fue...

Desde el otro extremo la sigo observando, luego de un rato, me descubro saboreando ese diminuto espacio de soledad en medio de tanta gente, en un recinto tan personalizado, que es total y abrumadoramente anónimo (como probablemente debe ser)... imaginando los múltiples escenarios de un encuentro imaginario.

Entonces doy la señal acordada. Con el mesero le hago llegar un martini... ella mira alrededor siguiendo en la penumbra la indicación del mensajero.

Por un instante me olvido de todo y me sumerjo en la música del lugar, cierro los ojos y espero.

Tan absorto estoy en mis cavilaciones y fantasías, que realmente me toma de sorpresa su llegada... su voz como uñas sobre pizarra pronunciando mi nombre.

Percibo una duda, la incertidumbre de si soy yo a quien busca, como si la afirmación de parte mía rompiera la ilusión... la esperanza que fuese mejor parecido o más alto, aquel con quien a ciegas ella se citara desde la noche anterior. Buen punto para romper el hielo con la típica frase de "...entiendo que quieras irte..."

Nada mejor para arrancar una sonrisa, que la tranquilidad de mi calmada apariencia... lo inofensivo que puedo parecer...

Luego, todo simplemente fluye.

Sin embargo, ya me está aburriendo esta rutina... y mientras termino de limpiar mis cuchillos y cargo en el maletero las bolsas de polipropileno, pienso en un cambio de "look"... no sé, algo gótico quizás, un poco más agresivo... tal vez un cambio del perfil de mis nuevas víctimas le inyecte algo de emoción a mi vida.

Quién pensaría que un psicópata necesitaría reingeniería...

Recojo del piso la mano que se salió de la bolsa.

K-Li-K
2013

Libros... definitivamente algo que no se puede prestar...

Una vez un primo me contestó cuando le pedí prestado un libro, que él prefería prestarme la novia, porque sabía que ella regresaría solita sin importar cuánto la hubiese usado... pero que un libro o un disco, jamás saldrían de su habitación, porque tenía la plena certeza de que nunca volverían...

Me enojé en ese momento porque me dolió la falta de fé y confianza de mi primo acerca de mis buenas intenciones... pero el tiempo y cerca de una docena de amados libros perdidos... le dieron la razón.

Incluso una lección me dio un querido tío cuando armó la gran indignación porque me demoré varios meses en devolverle "El Loco", de Jalil Gibrán... es más, aún me lo recuerda, después de casi veinte años.

Sin embargo, como humano y latino que soy, es en este instante amargo ante la cada vez creciente sospecha del no retorno de "Vivir para contarla", el libro de Gabriel García Márquez, edición especial autografiada... que presté hoy hace ya dos años... que estoy verdaderamente convencido de la tesis de mi primo...

Y como me dijo mi tío en su carta de pésima caligrafía y ortografía: "...pasan los días y el loco no está conmigo..."

K-Li-K
2013