miércoles, 20 de octubre de 2010

Octavius

PURGATORIO

Estaba sentado en medio de la oscuridad densa de su cuarto. Sólo iluminaba leve y fugazmente su rostro, el pequeño brasero de su cigarrillo, cada vez que aspiraba.

El silencio, que inundaba sus oídos, se iba haciendo más pesado a medida que se esfumaban los minutos, y con ellos, las horas.

Meditaba . . .

La pistola, aún caliente, reposaba en su regazo. Unas gotas de sangre salpicada, ya se habían coagulado sobre su rostro impávido.

En la cama revuelta, frente a él, varias docenas de cartas en hojas amarillas y unas fotos . . . prácticamente flotando en un charco rojo. La cabeza destrozada por el disparo, descansando suavemente en la almohada empapada.

En la radio de la mesita de noche, Frank Sinatra entonaba “Extraños en la noche” . . . sin embargo, él no podía escucharla . . . sólo sentía el silencio y la oscuridad.

Trató de llorar. Sus ojos secos todavía se perdían en el abismo escarlata bajo los rostros felices en las fotos, y las palabras de amor diluyéndose en las páginas húmedas.

La pregunta que lo atormentaba, comenzó a dibujarse en cada centímetro de ese cuarto, como un grito sordo . . .

¿Valió la pena?

Nunca lo sabría, sólo estaría sentado allí, en medio de la oscuridad y el silencio, observando su propio cuerpo inerte sobre la cama, sintiendo la pistola aún caliente en su regazo . . .

. . . testigo único de su suicidio . . .

. . . fumando ese maldito cigarrillo que no dejaría de arder el resto de la eternidad.


K-LI-K / 2001

No hay comentarios: