viernes, 5 de junio de 2020

Veintitrés

El recuerdo más vívido que tengo de mi juventud, transcurre en una clase de literatura. Les desarrollaba el taller a varios compañeros que insistían en que los números eran lo que les daría de comer, mientras las palabras siempre se irían con el viento...

De lo que dijo la profesora cuando daba la noticia que involucraba al hermano del profesor de arte, la verdad únicamente unas cuantas letras se cuelan... sólo quedó su expresión de angustiosa sorpresa cuando me vio en el fondo del salón, lapicero en mano y todas las cabezas giradas hacia mí, hacia el sobrino del profesor de arte.

Sonó el timbre de salida y no alcanzaba a oír las disculpas de la profesora, las voces de ánimo de mis compañeros... ni siquiera llegué a sentir la suave mano de la niña más linda del salón, que compadecida, me frotaba la espalda; porque dentro de mi gran cabeza sólo giraba el inventario de la familia, la localización exacta de cuál hermano de mi tío era... aunque ahora que lo reflexiono, quizás siempre lo supe, pero me lo negaba con todas las fuerzas de mi existencia...

...cuando tomé el autobús para ir a la casa de mis abuelos, en la vidriera de un almacén de cadena donde quedaba el paradero, entre las luces mortecinas de la ciudad que despertaban con la noche que empezaba a envolver el día, allá, en el fondo del almacén que terminaban de cerrar, justo antes de que bajaran la malla de acero de la puerta principal... lo vi... con ese jean desgastado que tanto le gustaba, el polo rojo que resaltaba su sonrisa iluminada y sus ojos pícaros juguetones.

Levantaba su mano siempre sudorosa y la agitaba en el típico ademán de doble interpretación...

Mi tío Calica se estaba despidiendo... y su nombre me decía "hola", a la vez que se incrustaba como esa armadura que siempre me tendría a salvo de los dragones que cada noche acechan bajo mi cama...

K-Li-K 1988... 2011

No hay comentarios: