En esa violenta y perfecta tormenta de tus arranques de duda razonable, que me recuerdan que no lo sé ni pretendo saberlo todo... le dan un toque de amaretto que quizás redunde un tanto en ese ron con pasas que suelo compartir contigo así las horas y los kilómetros nos separen.
Con el amaretto, nada como una cremosa, suave y casi esponjada bola de helado de café...
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