viernes, 3 de junio de 2011

Nunca decir adiós... simplemente irse...

Apagó la luz antes de salir y cerrar para siempre la puerta amarilla de esa enorme y transparente casa que es la ausencia, mirando por una última vez los cadáveres de las trescientas sesenta y cinco mariposas que cubrían como un manto multicolor, el piso de madera en la pequeña sala de recibo, único lugar que pudo ocupar todo el tiempo que se le permitió estar allí...

(Fragmento In limine - El Libro)

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