sábado, 4 de junio de 2011

El cuento de mi hermanita...

SECRETS KEEPER

La primera vez que vió el mar, Esteban creyó que se le iba a venir encima.

En eso estaba pensando, cuando Victoria sacudió su larga melena rubia trayéndolo bruscamente al presente, mientras las frías y violentas gotas saladas le empapaban el rostro y le hacían dar un salto para perseguirla por la playa…

Era el dulce verano de 1975, veinte años después de haber visto el mar por vez primera, restregándose los ojos con incredulidad, agazapado en el platón de la camioneta azul de su papá y sacudiendo a sus aún dormidos primos, a la vez que les gritaba que una infinita lengua de agua se los iba a tragar.

A Victoria le encantaba andar desnuda por la casa. Sólo usaba una balaca multicolor en la cabeza para domar un poco sus rizos dorados y siempre salvajes. Las notas estridentes de Janis Joplin invadían todos los cuartos junto a la densa ola de humo sahumérico y psicodélico que la seguía a todas partes cuando necesitaba inspirarse para escribir. Esteban simplemente la observaba divagar de un lado a otro viendo balancearse sensualmente los firmes y medianos pechos en forma de pera que tanto le encantaban… constantemente se preguntaba cómo hacía para concentrarse en sus libros de Derecho, más aún, cómo sacaba tan buenas notas en los exámenes con semejante distractor que en el instante menos esperado, daba tres zancadas desde el estudio, donde la pluma quedaba suspendida en el aire, atrapándolo entre sus fuertes muslos, hundiéndole el rostro entre esos senos que nunca dejaban de oler a canela y Victoria arrancándole a dentelladas, un amor vespertino de diez minutos que parecían una pequeña muerte orgásmica que cada vez le enamoraba más.

Esteban nunca pudo meterse al mar, le fascinaba, lo respetaba, le parecía de las cosas más hermosas que había percibido en su vida, le embriagaba su olor salitre, lo arrullaba la brisa y esos pequeños cánticos en su oído al pasar por entre las palmeras, incluso saboreaba las gotas que las olas al estrellarse en la playa, lograban llevar a su boca… pero nunca, jamás, consiguió alguien meterlo al agua.

Victoria comprendió eso desde el primer momento en que Esteban le abrió su corazón, contándole su gran amor, que a la vez era su gran terror. Y ella respetó eso, diciéndole así que correspondía a sus sentimientos, porque no existe mayor muestra de amor incondicional, que aquel silencio que te indica que tu secreto está a salvo.

- Secrets Keeper, my sweet Esteban, that´s who I am...

El dulce verano de 1975… la playa empezaba a quedarse solitaria a medida que las vacaciones terminaban. El libro de Victoria ya estaba listo. Esa mañana de domingo se cumplían tres años desde ese beso que sin palabras, dio inicio a una relación que nunca quisieron etiquetar.

Desde que tomó su mano cuando le pidió dar un último paseo antes de partir a la estación de trenes, Esteban supo que era una despedida… igual, todo el tiempo fue consciente que ese libro era la única razón por la que ella se vino de la gran ciudad, y sería la única razón por la que volvería allá. Victoria le insistió hasta el llanto que se fuera con ella, pero Esteban dulce y suavemente le enjugó sus lágrimas, la acompañó al tren y antes de darle un beso como no le había dado nadie, le dijo que siempre estaría con ella, en todas y cada una de las letras de su libro, porque ella sería eternamente, la guardiana de sus secretos.

A medida que el vagón se alejaba de la diminuta ciudad, un joven regresaba a la playa, a sentarse junto a la enorme y anciana palmera, única sobreviviente de aquel gigantesco tsunami que arrasara el alegre verano de 1955.

K-LI-K

2011

1 comentario:

DERRITO dijo...

Precioso............