domingo, 27 de enero de 2013

Parque

Aspiré profundamente el frío aire de la noche, mientras activaba la función de cronómetro en mi reloj de pulsera... un poco de estiramiento previo, un ajuste a los cordones de las zapatillas y listo, una nueva rutina de ejercicio: cuarenta minutos de trote suave más otros veinte de intenso.

La doctora Briceño me había recetado esta terapia para controlar la ansiedad, pues dijo que no había nada mejor que el ejercicio cardiovascular para mantener el cuerpo y la mente a salvo. Le creí y puse todo mi empeño y energía en comprobarlo.

Estaba por tanto en el parque central, haciendo veinte circuitos, concentrado con mi música en los oídos, cerrando mi mente a lo que estuviese a mi alrededor... recordando la frase que leí en esos días: "...los audífonos son los párpados de los oídos..."

Sin embargo, hay ansiedades... apetitos, que ni la desintoxicación más radical puede desvanecer... o ciertos demonios que ni el calabozo más profundo puede retener...

El tiempo casi se detuvo por unos segundos mientras ella aparecía en mi campo de visión, se aproximaba y pasaba a mi lado hasta desaparecer por el rabillo de mi ojo izquierdo, dejando un aroma a vainilla que erizó todos y cada uno de mis nervios...

Lenta y devastadoramente, la bestia fue despertando, rasgando, destrozando todo el acolchado que desde hace treinta y dos meses la doctora Briceño fue construyendo en el diván.

Le subí entonces al máximo, para romperme los tímpanos y las piernas, tanto a Slither de Velvet Revolver, como a la velocidad de mi ejercicio... corrí hasta que me ardieron los músculos y mi cabeza estuvo a punto de estallar... la ansiedad también...

Fue en ese momento cuando lo ví... alto, joven, atlético; en una rutina similar a la mía; lo ví cruzarse con ella también, casi que sin percibirse mutuamente, concentrados en su rutina y sus reproductores de música.

No pude más... desaté al monstruo y me dejé llevar por la fantasía.

La doctora Briceño se desvaneció como quizás esperaba ella que sucediera con el monstruo...

Las siguientes dos semanas fueron sencillamente eufóricas, casi orgásmicas, mientras planeaba, preparaba, entrenaba... ideaba escenarios, rutas de escape, herramientas, insumos, lugar de trabajo... muchas cosas y poco tiempo para hacerlo... ¡maldita psicoterapia!... aunque pensándolo bien, había sido gracias a eso que los encontré... imaginaba cómo presentarlos, cómo ser ese cupido que sutilmente los lleve por un sendero de miel hacia mi telaraña... me mordía los labios hasta hacerlos sangrar de la excitación ante esas imágenes... hasta que llegó el día D.

Ya me había hecho amigo de cada uno por separado, compartiendo un refresco, unos minutos de calentamiento, una que otra charla frívola... tomando la confianza suficiente para converger en un desayuno amistoso de jueves santo que ofrecía a mis nuevos amigos, con la inocencia pícara de una celestina que ya ha confirmado el gusto mutuo entre esos jóvenes...

Así que ese día, en uno de los cajones de la cocina, mientras los había dejado solos bebiendo un estimulante jugo de naranja recién exprimido, preparé los pañuelos con cloroformo... cerré los ojos para imaginar una vez más la bodega en las afueras de la ciudad, la mesa pulcramente forrada en plástico, los rollos de vinypel, los cuchillos afilados y las pinzas, que esperaban mi arribo con las dos presas frescas... me sentí aspirando la sangre caliente y burbujeante... extasiado.

Tanto, que no noté la mano que suavemente tapaba mi rostro con un grueso paño de algodón .. solo alcancé a identificar el fuerte olor característico del químico...

Es todo lo que he podido repasar en estas dos horas que han pasado desde que desperté totalmente inmovilizado, en esta fría loza de mármol, con una luz de quirófano abarcando con su blanca e intensa luz todo mi cuerpo desnudo y cubierto en vinypel... al fondo, una y otra vez Axel Rose interpreta "Since I don´t have You"... maldije nuevamente a mi psiquiatra por haber debilitado mis instintos y reflejos con su puta rehabilitación...

Resignado, sintiendo el bisturí perforar mi piel, logro divisar el brillo de placer y apetito saciándose en unos ojos verdes... por un breve instante reconozco su mirada analítica y la recuerdo observándome mientras relataba mis fantasías en el diván.

Alcanzo a girar un poco la cabeza y puedo ver claramente a los tres en sus trajes de plástico; tras ellos, un conjunto de elementos similar al que tenía preparado en la bodega.

Pretendiendo cazar como pantera... olvidé que hay otros como yo... con la misma necesidad, solo que ellos, como las hienas, cazan en manada...

K-Li-K
2013

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