miércoles, 13 de enero de 2010

Los primeros pasos... Uno

EL MIMO

- ¡Parece que cogieron a un ladrón! – Murmuraba una señora.

- No – dijo otro – ¡como que se tiró un man de ese edificio!

- Seguro que es una batida de los tombos – apuntó un vendedor ambulante – ¡esos hijueputas!

- A lo mejor fue un accidente – me dijo mi compañero – vamos a chismosear.

Lo seguí un poco receloso, pues no me gusta ni me interesa recrear mi vista con tragedias ajenas; suficiente tengo con las mías. Pero a medida que nos íbamos acercando, y el tumulto que veía a una cuadra se hacía cada vez más nítido, pude observar la cara pintada de blanco con esa expresión de angustia, preocupación y sobre todo desconcierto, que realmente me sobrecogió.

Me adelanté un poco más al cordón humano de curiosos, entonces vi a los dos agentes de policía, la patrulla. . . y las manos esposadas del mimo.

Nadie decía nada en el grupo que rodeaba aquella escena. Todos estaban estupefactos. De repente mi mirada vaga se posó en un bulto. Al poner más atención, dilucidé un cadáver sin cubrir. . . y en él, como dibujada, una carcajada.

Caí en cuenta mientras oía a los agentes recitarle sus derechos al mimo. Lo esperaba una celda en el DAS mientras se tramitaban los cargos por homicidio involuntario. . .

. . . había matado de la risa a un descuidado transeúnte.

K-LI-K / MAYO DE 1991

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